¿QUÉ NIVEL DE EVIDENCIA TENEMOS?
Los cigarrillos electrónicos, denominados Dispositivos Susceptibles de Liberación de Nicotina (Ley 28/2005 y Real Decreto 579/2017), están incluidos en la categoría de productos relacionados con el tabaco. Se han encontrado sustancias cancerígenas en líquidos y vapor de cigarrillos electrónicos, por lo que no se pueden excluir los riesgos para la salud asociados al uso o exposición al vapor.
- La solución que está dentro de los dispositivos y el vapor de los cigarrillos electrónicos contienen sustancias químicas nocivas como los anticongelantes (hechos de uno o dos químicos: propilenglicol o etilenglicol), dietilenglicol y agentes carcinógenos como las nitrosaminas que pueden provocar cáncer.
- La nicotina de los cigarrillos electrónicos es adictiva y puede perjudicar el desarrollo del cerebro.
- En algunos casos, los cigarrillos electrónicos han explotado y provocado quemaduras o incendios.
- El vapor o el humo de segunda mano de los cigarrillos electrónicos son perjudiciales para los pulmones en crecimiento.
- Todavía se desconocen los efectos a largo plazo para la salud de los usuarios
- No se recomienda el uso de cigarrillos electrónicos como una estrategia para dejar de fumar. La Administración de Alimentos y Medicamentos de los Estados Unidos (FDA) aún no ha regulado ni aprobado los cigarrillos electrónicos como dispositivos para dejar de fumar, y todavía no se conocen los efectos a largo plazo para la salud de los usuarios.
- Ministerio de Sanidad (2022). Informe sobre los cigarrillos electrónico: situación actual, evidencia disponible y regulación
¿De verdad, es más seguro vapear que fumar tabaco?
El cigarrillo electrónico se promociona como la alternativa saludable al tabaco, pero existen muy pocas evidencias sólidas sobre sus efectos a medio y largo plazo en la salud. Además, no es un producto que se regule como medicamento, y su eficacia como método para dejar de fumar está en duda por la Organización Mundial de la Salud.